La fragua de Eduardo

Las Palmitas, es un pequeño pueblo Santeño, esos que huelen a campo, a leche fresca, a sonrisa amable y fácil, a conversaciones largas en un alero mientras se toma una taza de café con la familia. Allí nació y creció este joven artesano, a quien el arte lo sorprendió por medio de su pasión por la historia. De la lectura del Siglo 15, pleno florecimiento de la época Renacentista pasó a la forja española, y poco a poco lo envolvió y lo atrapó ese ambiente antiguo que quiso mantener vivo, no solo en el papel de los libros leídos, sino a la realidad de su propio taller. Con la historia, se le abrió un nuevo mundo de posibilidades, la mayoría de ellos objetos cuyo uso práctico permanece en el pasado pero adaptable a la realidad, aunque pareciera que cuando está inspirado no le interesa si se vende, solo la satisfacción personal de confeccionar y regresar a la vida obras que hace cientos de años tuvieron un uso.

Eduardo González comenzó su recorrido solo con lo que leyó y vio en las historias que leía y de allí de Las Palmitas de Los Santos, hoy sueña con seguir sus estudios en España, a través de una beca a la que acaba de aplicar. Eduardo practica la forja artesanal, cuyo trabajo consiste en dar forma al metal por medio del fuego y del martillo. Solo, se hizo poco a poco de su propio taller, confeccionó uno a uno las herramientas fundamentales, una fragua para calentar los metales, tenazas y martillos y el yunque que soporta el golpe y el calor en donde va moldeando cada pieza. Aún no llega a los 30 y encontrarse de frente con esta oportunidad, que viene de la mano de su Gran Maestro Ramón Recuero, a través de la Beca Donald Gray de las Artes de la Construcción 2022, sería el merecido premio al esfuerzo de tantos años.

Ramón Recuero, es de esos Maestros que encontró en la forja una vida pasada que quiso volver a construir, dio vida no solo a obras pasadas sino a un pueblo entero de la España rural que ya estaba destinado como tantos otros a ver marcharse a sus pobladores; hasta que llegó el maestro Ramón en 1990 y hoy vuelve a tener vida. Estudiantes, otros artesanos, el yunque, el fuego y el martillo se escuchan por doquier, gente que va y viene atraídos por las clases de Ramón que en YouTube atraen a miles de jóvenes. San Antonio de Toledo, vuelve poco a poco a la vida, al igual que en el pueblo de Las Palmitas lo hacen las obras de los espaderos antiguos, cuchillos, martillos, punzones, tajaderas de yunque, puertas, veleros, candelabros, cuchillos de cocinero, van abriéndose espacio en las manos de un artesano soñador y decidido.

Eduardo, quiere al igual que Ramón, enseñar a otros. Anhela que la educación formal panameña incluya nuevamente la forja artesanal y la artística, para que este arte nunca muera. Por lo pronto, ya comienza a enseñar a otros, en el 2021 encontró en un herrador de caballo su primer estudiante, orgulloso relata cómo se hicieron de todas las herramientas necesarias para el oficio, por primera vez, él era el maestro Allí en una casa que data de 1946, elaborada con tierra y paja, instaló su taller, con el calor del cariño de sus antepasados, labrando su futuro y el de su familia, soñando sí, como cualquier joven, pero haciendo, trabajando, esforzándose por ser mejor.

La historia y el camino de Eduardo se sigue construyendo como su fragua, de a poco, con la mirada a lo lejos, pero el corazón en Las Palmitas, el pueblo pequeño en donde creció y en donde quiere ver crecer a su hijo.

En Artesanos de Panamá, nos satisface y nos impulsa a continuar, talentos y obras artesanales como las de Eduardo, sus candelabros, mesas, espejos, porta vinos y en general una magnífica variedad de creaciones hechas a mano.