Raúl Rubio Guardia Periodista y escritor Especial para www.lobuenosedice.com
Álvaro Valderas Alonso tiene claro que no se puede vivir de ser escritor, y que hay que complementar esta profesión con otras actividades. En su caso, además de ser escritor, este Doctor en Filología Española, ha incursionado desde hace varios años en labores de corrector de estilo y editor, para así seguir ampliando sus horizontes profesionales.
Valderas Alonso, quien reside hace muchos años en Panamá, también señala en esta entrevista acerca de cómo inició en el mundo literario, las obras que ha escrito, en diferentes géneros, además de abordar temas relacionados con las editoriales, así como algunas facilidades que la tecnología brinda hoy en día a los que tienen pensado escribir un libro.
1) ¿Pensó usted en algún momento de su vida ser escritor?
Siempre lo fui, desde muy niño, no ocurrió como fruto de una elección.
2) ¿Cómo nace en usted el deseo de dedicarse a esta profesión?
Como profesión, no podría dedicarme a ella, porque no da para vivir salvo a un grupo mínimo de autores, no siempre los de más calidad, sino los de mayor mercado. Pero he conseguido dedicarme a una profesión relacionada con esta: soy corrector de textos y editor.
Entiendo que se refiere a escritor literario. Porque escritor por encargo, copywriter, escritor comercial y otros nombres también indican una profesión, a la que me he dedicado durante algunos años, y que ahora ejerzo ocasionalmente. Como curiosidad, esta variante sí da para vivir, sobre todo en el ámbito de la publicidad.
Además, dentro de los escritores comerciales encontramos, sobre todo, a los periodistas, el grupo mayoritario que vive de la escritura (indirectamente, también lo hacen los trabajadores de las imprentas, los libreros, los distribuidores, los gestores de derechos de autor, etc., aunque no los escritores literarios), pero creo que esta entrevista no tiene que ver con este grupo, y no volveré a referirme a ellos.
3) ¿Qué significa para usted ser escritor?
Escritor es la persona que escribe, así lo define el diccionario. Dentro de este gran paraguas, cada uno puede plantear su dedicación de la manera que prefiera, todas válidas. En mi caso, soy escritor porque esa es mi principal actividad, y la más constante en mi trayectoria.
Es claro, como señaló Valente, que eso indica una carencia en la vida: o se dedica uno a vivir o a crear. Aunque, si nunca te has dedicado a vivir, quizá a tu creación le falte vitalidad. Sí, eso puede ocurrir. Mejor evitarlo, vivamos de cuando en cuando.
4) ¿Qué es lo más difícil de la profesión de escritor, especialmente en un mundo digital como en el que vivimos?
Bueno, el mundo digital realmente nos ha venido muy bien a los escritores, por los procesadores de texto, los diccionarios y traductores, la facilidad para la documentación y la cercanía con las editoriales y agentes, incluso con las plataformas en las que publicar.
Igualmente, nos ha abierto la posibilidad de realizar audiolibros y contar con asistentes de inteligencia artificial. Mis primeras novelas nacieron en máquina de escribir, donde cada error era un borrón. Luego vinieron las máquinas eléctricas que borraban, ¡qué maravilla! Cada hoja costaba horas.
La documentación se realizaba en papel, a fuerza de biblioteca. Hoy, los medios digitales hasta te ofrecen imagen para que te hagas una idea mejor, hay estadísticas, mapas, videos de gente, internet sabe idiomas. Si consigues una idea, resulta mucho más fácil crear. Y más rápido. Otra cosa es que, con tanta oferta, te despistes.
Esto, para la profesión de escritor, o sea, escritor por encargo, comercial o publicitario, redactor para blogs y otros medios de comunicación, es un magnífico conjunto de avances. Incluso, para los escritos sin alma, alguna IA puede trabajar por ti, tú solo preparas bien las órdenes, pules el resultado y agregas tu granito, tu aporte personal.
En cuanto al escritor literario, desde fuera, lo más difícil podría parecer que es la necesidad de vivir de otra profesión y la nula valoración que se recibe como autor. Imagínese a un albañil ―materiales aparte―, con fama de ser de los mejores en su ramo, que durante meses o años de trabajo erige para usted una casa, una galera, lo que sea.
A usted le gusta el resultado y le dice: «Muy bien, me quedo con tu construcción. Firma aquí. Según las ventas, ahí te voy dando algo, cincuenta balboas al año, a veces menos». O, peor todavía: «Me gusta, me lo quedo. Págame tú mil quinientos balboas para que lo muestre como mío».
Ese albañil no aceptaría lo que usted, como escritor, le permite a las editoriales, con una sonrisa.
Pero, en realidad, no, lo más difícil es que no se te ocurra nada, o que te des cuenta de lo que lo que has escrito es basura. O que pasen los años y tu obra no le interese a nadie. O que te hagas viejo, sepas que ya estás en el descenso, y no hayas logrado nada de lo que una vez te prometiste. Ya sabes, cosas así.
5) ¿En qué géneros incursiona usted a la hora de escribir y cuál es el que más utiliza?
Habiendo llegado a la conclusión ―compartida por los pocos lectores que han accedido a ella― de que mi poesía, al menos la de las últimas tres décadas, es de las peores que haya logrado un autor en español a lo largo de la historia del idioma ―pero, ni siquiera de los diez peores, lo cual tendría muchísimo mérito―, me dedico sobre todo a la narrativa.
He escrito unas cuantas novelas, varias novelas cortas y cientos y cientos (¿quizá más?) de cuentos de todas las extensiones, incluyendo microcuentos, y otras formas cortas, como aforismos. También artículos y algún trabajo de investigación. Y chistes.
Y, como escritor por encargo, muchos textos publicitarios, guiones, lo que me pidan.
6) ¿Cuáles son las temáticas que aborda usted en sus diferentes obras?
No sé si me faltará algún tema por tocar, porque me gusta ponerme en muy diferentes puntos de vista. Hago mucha literatura policíaca, de terror, de humor, de sentimientos varios, puramente formal y demás.
En cuanto a temáticas, o sea, «conjunto de temas parciales contenidos en un asunto general», supongo que la muerte y la pérdida, la vida y lo complicado de seguir en ella, y lo diferentes que somos. Y el lenguaje mismo.
7) ¿Qué mensaje busca transmitir con sus obras?
Huy, no. Yo no adoctrino. Mis obras son de literatura.
8) A su parecer ¿Cómo ha influido la tecnología en el arte de escribir libros?
Ya lo expliqué un poco antes. Seas escritor literario o comercial, la tecnología cada día apoya más. ¿Algún día las inteligencias artificiales escribirán literatura con apenas intervención humana? Bueno, de momento, no.
Y, si te fijas, muchos autores de éxito son prácticamente eso, letra sin chicha, argumento carente de arte. La música predominante en las disqueras actuales no es mucho más, y a la gente, en general, le gusta más que la música culta, y la consume muchísimo más.
Hace poco le di los parámetros a una IA y me escribió un cuento. Lo pulí un poco y quedó bien. Los escritores literarios usarán esas inteligencias para crear obras que vayan más allá de lo que se hacía antes, es su oportunidad de hacerlo. O de vender mucho con poco esfuerzo, según prefieran.
9) ¿Qué considera usted que hace falta para que más personas se interesen por incursionar en escribir libros?
Hoy escribe todo el mundo. En el celular, en la computadora. O lo graban en archivos de voz. O lo convierten en videos. Nunca había escrito tanto tanta gente. Un libro es solo una compilación de ese material, que puede ser muy diverso.
En cuanto a libros de literatura, igual, nunca se había escrito tanto. Y nunca se había publicado tanto (autopublicado en buena medida). En cuanto a la calidad, bien, ese es otro tema.
Aparte, cada país es diferente. Sirviendo lo anterior para nuestro país, los estudios indican que los niveles de comprensión lectora son de los peores del mundo (considerando solo los tomados en cuenta en el estudio, claro).
Sin un buen asentamiento de la lengua madre ―de las lenguas madres, en un país plurilingüe, como Panamá―, se fallará en español (en nuestro caso), lo que conllevará que no se asiente una segunda lengua (el inglés, por ejemplo) ni los lenguajes abstractos (las matemáticas y sus derivados), ni será adecuada la comprensión de las clases ni de los libros.
El punto de partida será más bien la lectura (incluyendo comprensión lectora y lecto-escritura), no escribir libros: hoy tenemos una cantidad imposible de abordar, y cada año se escriben cientos de miles más, y escaneamos los de siglos pasados. No sirve de nada si no nos permea su contenido, si no los leemos de verdad. Quedarse con el argumento es como, en alta costura, fijarse solo en los colores del vestido.
10) Podría contarnos cómo fueron sus inicios en el mundo de la escritura
Aprendí a escribir y comencé a escribir poesía.
11) ¿Existe realmente en Panamá, a su juicio, cultura de lectura?
Mucha, más que nunca, no tanto como sería deseable. Y, quizá, no idónea.
12) Mensaje a las nuevas generaciones que desean dedicarse a la escritura de libros
(Supongo que seguimos hablando de libros literarios, no técnicos ni comerciales).
Queridos: aprendan a vivir de otra cosa; apóyense hasta donde puedan en las nuevas tecnologías y recuerden que, si consiguen a alguien con buen criterio que les lea y les comente sinceramente sus escritos (los amigos solo suelen decir «Qué bueno, qué fantástico», lo que no sirve para nada, si no es cierto), no se desprendan de esa persona, porque es un tesoro, apóyense en ella. Nos falta criterio, tanto personal como socialmente.
Biografía
Nacido en La Bañeza (León) en 1965, es doctor en filología española, con una maestría y un posgrado en administración de empresas, varios diplomados en educación y criminalística, así como otros cursos y seminarios.
Exvicerrector de Investigación de la Universidad Panamericana de Panamá, en la actualidad es el rector de la misma. Además de docente, también es corrector de estilo y editor literario.
Aparte tiene una larga carrera en la publicidad como creativo, en los bares (sobre todo poniendo música en pubs nocturnos, pero también en la barra, de un lado y otro), en la artesanía, en la fotografía, en el vídeo (guion y dirección) y en las telecomunicaciones.