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Intimando con el manglar

Las especies de corales tropicales pueden haber encontrado un hábitat alternativo donde prosperar frente al cambio climático En un día cualquiera entre 2016 y 2019, se le podía encontrar a Heather Stewart buceando entre los manglares del archipiélago de Bocas del Toro, en la costa caribeña de Panamá. Durante años visitó estos bosques costeros que marcan el límite entre la tierra y el mar, tratando de comprender por qué algunos corales habían empezado a crecer dentro de ellos. Los corales y los manglares crecen cerca los unos de otros en los ecosistemas costeros tropicales, pero encontrarlos compartiendo el mismo hábitat parecía tratarse de un rasgo evolutivo que ameritaba una explicación. La ex becaria de doctorado del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) y ahora asociada postdoctoral en restauración de manglares de la Universidad de las Islas Vírgenes, exploró 29 lugares donde coexisten los manglares y corales. Descubrió que a los corales les iba mejor en grandes bosques de manglares inundados, con abundante flujo de agua de mar. En cambio, las zonas con gran afluencia de agua dulce o con mayores niveles de impacto humano —desarrollo de la tierra y contaminación— eran inadecuadas para los corales. “Creemos que es importante contar con un sistema de clasificación global de los hábitats en que manglares y corales coexisten, porque durante casi un siglo se ha sabido que estos sistemas existen, pero la comunidad científica los ha ignorado en gran medida. Ahora, con todas las amenazas a las que se enfrentan los corales, desde el calentamiento y la acidificación de los océanos hasta la contaminación y la sedimentación, los corales son cada vez más susceptibles a las enfermedades. Por ello hay un mayor interés en estos posibles refugios que puedan ayudar a la supervivencia de los corales en el futuro” dijo Stewart Sus análisis, publicados recientemente en la revista PLOS One, describen cuatro tipos de hábitats en que los corales coexisten con los manglares: en lagunas, a lo largo de arroyos, en el borde de los manglares o completamente bajo la sombra del dosel de los manglares. Estos hábitats son también bastante diversos, con unas 130 especies de corales viviendo en ellos. “Revisitar la literatura histórica en busca de descripciones de CMC nos ayudó a comprender la visión holística que necesitábamos para clasificar los sistemas nos inspiramos en los primeros sistemas de clasificación de bosques de manglar y corales, y tratamos de adaptar su simplicidad en nuestra propia clasificación. Queríamos que los tipos fueran lo suficientemente específicos para establecer una distinción entre ellos, pero también lo suficientemente sencillos como para que pudieran aplicarse con facilidad en el campo” Añadió Rafael Araújo, coautor del estudio e investigador asociado senior en el Departamento de Biología Marina y Ecología de la Escuela Rosenstiel de Ciencias Marinas y Atmosféricas de la Universidad de Miami. Garantizar la supervivencia de los corales es crucial para la salud de los océanos, ya que albergan aproximadamente un tercio de todas las especies marinas. Los manglares son hábitats igualmente importantes que sirven de viveros para miles de especies, mantienen la calidad del agua y protegen los entornos costeros de la erosión y las tormentas. También son algunos de los ecosistemas más susceptibles al cambio climático y al impacto humano, por lo que entender estos hábitats alternativos en los que ambos coexisten puede tener implicaciones a largo plazo para su conservación y manejo. Los autores fueron más allá y crearon un modelo para predecir dónde podrían existir otros hábitats CMC a nivel mundial. Su simulación sugiere que estas comunidades podrían ser comunes en todos los trópicos, con una mayoría en el Océano Pacífico. Investigaciones futuras deberían centrarse en estos sitios para obtener más información sobre la dinámica de los diferentes tipos de hábitats CMC y las condiciones ambientales que impulsan su establecimiento. “Este estudio también es un llamado a otros científicos para que busquen y documenten lo mejor que puedan las asociaciones entre manglares y corales coexistentes. A medida que haya más información disponible, comprenderemos mejor las condiciones ambientales que hacen que estos sistemas prosperen. Como tal, esperamos ver muchas más descripciones de los hábitats CMC en la literatura y cómo estas ocurrencias encajan en nuestra clasificación” dijo Araújo El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en ciudad de Panamá, Panamá, es una unidad de la Institución Smithsonian. El Instituto promueve la comprensión de la naturaleza tropical y su importancia para el bienestar de la humanidad, capacita estudiantes para llevar a cabo investigaciones en los trópicos, y fomenta la conservación mediante la concienciación pública sobre la belleza e importancia de los ecosistemas tropicales.

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Los murciélagos silvestres pueden recordar sonidos por años

La investigadora May Dixon descubrió que los murciélagos que comen ranas reconocen tonos que les indican un premio en comida hasta cuatro años después Hay ciertas habilidades que, una vez adquiridas, pocas veces tenemos que aprenderlas nuevamente, como montar bicicleta o mirar a ambos lados antes de cruzar una calle. La mayoría de los estudios sobre aprendizaje y memoria a largo plazo en la naturaleza se enfocan en un puñado de especies de animales. Ahora, en una publicación en Current Biology, investigadores trabajando en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) comparten el primer reporte de memoria a largo plazo en murciélagos de labios con flecos (Trachops cirrhosus). “Los murciélagos de labios con flecos son un excelente organismo modelo emergente para estudiar ecología cognitiva y sensorial, el aprendizaje es una gran parte de sus vidas” explicó la bióloga M. May Dixon, autora principal de la publicación, quien acaba de terminar su doctorado en la Universidad de Texas en Austin. La habilidad de estos murciélagos para aprender y retener información significa que cuando cazan ranas, su principal presa, no tienen que reaprender continuamente cuáles llamados indican una rana comestible, venenosa o demasiado grande para transportar. Dixon y colegas entrenaron a 49 murciélagos silvestres a reaccionar a tonos de llamada de teléfono celular reproducidos a través de bocinas. Los murciélagos que reaccionaron a dos de los tonos encontraron un premio de pescado sobre la bocina cada vez, pero cuando reaccionaron a otros tres tonos, nunca recibieron premio. Rápidamente aprendieron a volar a la bocina cuando los tonos indicaban comida, y a no responder a los otros tonos. Luego se les colocó microchips a los murciélagos y fueron liberados en el Parque Nacional Soberanía en Panamá. Los investigadores recapturaron ocho de los murciélagos entrenados entre uno y cuatro años después, y al reproducir nuevamente los sonidos experimentales, los murciélagos reconocieron y reaccionaron a los dos tonos de llamadas premiados hasta cuatro años después. Para comparar, el experimento incluyó 17 murciélagos de labios con flecos no entrenados, los cuales usualmente movieron sus orejas atentamente, pero no volaron al oír los sonidos. Los tonos de llamada que escogieron para los experimentos, una alerta de mensaje de texto entrante y el sonido de desbloqueo de alarma de un carro, debían ser obviamente generados por humanos, para que los murciélagos no los oyeran por casualidad en la naturaleza, pero suficientemente parecidos a un llamado de rana para que los murciélagos se interesaran. En cuanto a los tonos descartados o los no premiados que los murciélagos aprendieron a ignorar, los investigadores reprodujeron uno de ellos a los murciélagos recapturados, y seis de los ocho murciélagos entrenados se acercaron al oírlo. “STRI ha sido la base para muchísima investigación hecha con murciélagos. Han reunido una gran base de datos sobre los murciélagos de labios con flecos, sobre experimentos hechos con estos, qué estímulos han utilizado, así que si capturas un murciélago que ha sido capturado antes, ya tienes toda su historia. Hay pocos lugares en el mundo donde puedes tener esa cantidad de detalles,” dice Dixon. “Yo pasé de apreciar a los murciélagos sin pensar que eran particularmente interesantes, a darme cuenta de que son pequeñas criaturas muy complejas, con grandes personalidades y formas muy cautivadoras de interactuar con el mundo.”

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