escritura

Padre e hijo de 97 y 76 años, aprenden a leer y escribir con el programa “Muévete por Panamá” del mides

Sus fotografías narran una historia interesante. Las imágenes muestran en primer plano a dos hombres de edad avanzada sonreídos. Uno de ellos se apoya de un bastón, mientras que su compañero lo abraza. En otro cuadro se les observa sentados en una mesa, escribiendo por primera vez sus nombres. Sincronizan sus movimientos para garabatear los cuadernos con frases que hasta hoy no habían podido escribir. Alentados por los resultados, los dos hombres se levantan y se dirigen a un tablero que han colocado de forma improvisada en una ventana. Cruzan miradas de complicidad, se ríen, disfrutan el momento mientras deslizan las tizas por el tablero que hacen aparecer frases perfectamente legibles. Un grupo de personas que atestiguan la escena los ovacionan con una lluvia de aplausos. Nunca fueron a la escuela, por eso celebran este logro, casi desapercibido para muchos, pero significativo para unos hombres de avanzada edad que no tuvieron un maestro, una banca y unos libros de texto para aprender. Los protagonistas de esta historia es Don Félix Morán, de 97 años. Un hombre de baja estatura que luce gafas y un sombrero pintado. Viste camisas de raya y su lado, Cirilo Flores, de 76 años, su hijo. Ambos aprendieron a leer y escribir con el programa “Muévete por Panamá” del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES). Este programa, que utiliza el método “Yo, Sí Puedo” y que se apalanca con la ayuda de maestros voluntarios, ha logrado alfabetizar a 672 personas en los primeros ocho meses del año y a 82,592 personas desde que se creó en el 2007. La historia de estos panameños se registra en la comunidad de Tres Hermanas, en el corregimiento de Cirí de Los Sotos, en Capira, a tres horas de la capital. Tras siete semanas y media y completar 65 clases, Cirilo aprendió a leer y escribir. También fue alfabetizada su esposa Bernabela Soto de 71 años y su nieto José Flores de 19. Luego de ver los avances de sus parientes, Don Félix se animó y hace unas semanas concluyó con éxito el programa. En los próximos días recibirá su primer diploma. La historia de Don Félix y la su familia reflejan el esfuerzo que está realizando el MIDES por bajar los niveles de analfabetismo en las áreas apartadas del país. Un programa social que empodera a los ciudadanos Marijulia Barría, directora de Alfabetización del MIDES, explicó que el programa de alfabetización empodera a los ciudadanos y les brinda oportunidades de desarrollo. Indicó que una persona que aprender a leer es independiente y puede acceder a programas que mejoren su calidad de vida. También destacó el papel que realizan los maestros voluntarios, que en su mayoría son familiares o vecinos de la persona iletrada. Más de 10 mil maestros voluntarios han participado de este proyecto. Mientras que Olga Vado Sánchez, directora del MIDES en La Chorrera, reiteró que el programa es gratuito. El MIDES le proporciona todos los materiales, lo único que se les solicita a los participantes es el compromiso de asistir a las clases y su interés por aprender. Los interesados pueden llamar al 500-6001 o visitar cualquiera de las oficinas del MIDES que operan en las regiones de Panamá, provincias y comarcas. Actualmente, 400 personas están aprendiendo a leer y escribir en sus casas con el programa del MIDES. Son ciudadanos como Félix y Cirilo que no pudieron asistir a un colegio, pero que hoy están cumpliendo un sueño que siempre anhelaron: escribir sus nombres con su puño y letra.

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Adultos fueron alfabetizados con el programa “Muévete por Panamá”

Dentro del corregimiento rural de Caimito de Capira, en la provincia de Panamá Oeste, se escribió un capítulo maravilloso con letras indelebles, que llena de orgullo a cada uno de los que allí residen. Es la historia de superación de 16 de sus habitantes, los cuales se convirtieron en los nuevos graduandos del programa de Alfabetización “Muévete por Panamá”, que desarrolla el Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) a nivel nacional. Los graduandos son ciudadanos entre 29 y 83 años, quienes aprovecharon el programa de Alfabetización para cerrar un ciclo de sus vidas y así saldar una deuda pendiente que los mantenía alejados de la riqueza del alfabeto. Actualmente, Panamá Oeste es la segunda región del país con más alfabetizados (849) durante la administración del presidente de la República, Laurentino Cortizo Cohen (de julio de 2019 a agosto de 2023), después de la Comarca Ngäbe Buglé (1,193). Abuelos, abuelas, madres, padres y tíos fueron los graduandos durante aquella mañana radiante en el corregimiento de Caimito. Fue un momento especial e inolvidable no solo para los graduandos, sino para los nietos, hijos y sobrinos, por ser los que les tocó la hermosa misión de enseñarles a sus seres queridos a escribir sus nombres y apellidos, a sumar y restar. La participante de mayor edad en la graduación fue Marcelina De León Núñez, de 83 años, quien con la ayuda de su hija Sofía Martínez De León (maestra voluntaria) aprendió a leer y escribir. Las clases la recibía en su casa, en un horario flexible y con una metodología teórica-práctica. Marcelina, al igual que la mayoría de sus contemporáneos, no asistió a la escuela, porque la prioridad en aquellos años era trabajar en la huerta, y ayudar en los quehaceres del hogar. Además, recuerda que el colegio estaba distante y no había dinero para comprar los útiles escolares. “Alfabetizarla fue una experiencia hermosa, porque me acercó más a mi madre. Ella tenía interés de aprender a escribir su nombre, y hoy ese sueño se hace realidad”, comentó entusiasmada Sofía. Mientras que José Del Campo, un maestro de carrera de 24 años de edad, alfabetizó a su madre, Matisluz Sanjur Núñez, de 44 años, y a su abuela Faustina Núñez Mendoza, de 66 años. José comentó que fue un privilegio enseñarle a su abuela a escribir sus primeras palabras. “Estudié educación superior, porque me gusta enseñar, y estoy contento que mi mamá y mi abuela sean mis primeras alumnas adultas. Debo decir que fue una experiencia que volvería a repetir con mucho gusto” comentó Sanjur. Faustina, la segunda de 17 hermanos, no asistió a la escuela porque debía atender a sus hermanos y ayudar en las tareas de la casa. Mientras trabajaba en la huerta —cosechando yuca, ñame, otoe y otros tubérculos más— se escapaba sin querer de la magia de las aulas, de la fascinación de leer un libro y de las aventuras imaginarias que se siente cuando se navega por las letras de un cuento. Ahora que sabe leer, Faustina está descubriendo un mundo que siempre estuvo frente a sus ojos, pero que desconocía. Otra historia de superación fue la de Cipriano Rodríguez, de 77 años, quien fue alfabetizado por su hija Marisín Rodríguez, de 19 años. Marisín también le enseñó a leer y escribir a sus tíos Genaro Rodríguez, Victoriano Rodríguez y Marta Chirú. La maestra voluntaria Zuleyka Gutiérrez, de 38 años, también alfabetizó a su abuelo Bernardino Nieto, de 72 años, y a tres parientes más. En tanto, Leydis Alonso, de 35 años, le dio clases a su hermano Melquisedec Isaías Alonso, de 29 años; mientras que Santos Perfecto Núñez, de 74 años, aprendió a leer y escribir de la mano de su vecina Carmen Ovalle, de 32 años. La graduación de estos orgullosos ciudadanos no pasó desapercibida. El pueblo de Caimito acompañó a los suyos en la Junta Comunal del lugar, donde se realizaron varios actos culturales para celebrar este momento único en sus vidas. Panamá es prácticamente un territorio libre de analfabetismo La alfabetización es un recurso que empodera a los ciudadanos y los hace independientes. Además, los incorpora a la sociedad como agentes de cambio, capaces de valerse por sí mismo. Con el programa de Alfabetización “Muévete por Panamá” y el método “Yo, Sí Puedo”, han aprendido a leer y escribir 5,145 personas a nivel nacional, de julio de 2019 a agosto de 2023. Los logros de este programa se reflejaron en los resultados del último Censo de Población y Vivienda de 2023 efectuado por el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), de la Contraloría General de la República, que arrojó que Panamá tiene 3.7% de personas que no saben leer ni escribir, estadística que lo convierte prácticamente en un país libre de analfabetismo. La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) considera “territorio libre de analfabetismo” a aquellos países que reportan una tasa inferior al 5%. A pesar de este logro, el MIDES sigue avanzando con su programa. En la actualidad existen 170 ambientes funcionando, donde 141 maestros voluntarios le están enseñando a leer y escribir a 554 personas de todo el país. “El compromiso del Gobierno Nacional es promover un desarrollo social y económico en todos los estratos sociales, y esto incluye a las personas que, por diversos motivos, no pudieron ingresar al sistema escolar” enfatizó la ministra del MIDES, María Inés Castillo Para que cada panameño y panameña acceda al derecho de la educación, el MIDES ha instalado ambientes de aprendizaje en diferentes puntos de la geografía nacional, que van desde ranchos hasta escuelas, los cuales se equipan con los recursos necesarios para impartir las clases. Cada ambiente de aprendizaje es equipado con tablero magnético, marcadores, un televisor y un reproductor de DVD. Igualmente, se le entrega a los iletrados las cartillas, lápices y cuadernos del proyecto, a fin de que puedan dedicarse plenamente en la asimilación de las clases.

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La abuela de 104 años que aprendió a leer y escribir con la ayuda de su nieta

Felipa Ruiz es la protagonista de una historia de superación que nos enseña que nunca es tarde para aprender. A sus 104 años, esta mujer, que vive en el distrito de Capira, provincia de Panamá Oeste, aprendió a sumar, restar y escribir su nombre y apellido con su puño y letra. La hazaña la logró tras completar exitosamente el programa Muévete por Panamá, “Yo, Sí Puedo” Felipa recorrió casi toda su vida con su condición de iletrada, que le impidió descubrir las fascinaciones que trasmiten la lectura de un libro o una novela. Siempre dedujo que ahí afuera había un mundo inmenso. Lo intuía cuando veía un periódico, indescifrable para ella. Felipa logró cursar hasta tercer grado, pero lo poco que aprendió lo olvidó. A muy temprana edad reemplazó los cuadernos y los textos escolares por herramientas agrícolas, que la alejaron las aulas de clases. Desde pequeña se ocupó de los quehaceres del hogar, y cuando no estaba cocinando o atendiendo algún detalle en la casa, estaba preparando la tierra para sembrar arroz, maíz, frijol, yuca, ñame y otros tubérculos que se convirtieron en la principal fuente de alimentación de su familia. Hace unos meses, su nieta Sheila González se enteró de que el MIDES ofrecía servicios de alfabetización y, tras capacitarse como maestra voluntaria, inscribió a su abuela para que fuera su alumna. La relación maestra-alumna brindó excelentes resultados. Por más de siete semanas, Sheila le dictó clases de alfabetización a su abuela, quien reside en el corregimiento Colmena de Cirí Grande, en el distrito de Capira. Pero había un problema por resolver, la mano rígida de Felipa estaba acostumbrada a sostener la coa, el machete, el rastrillo y el azadón, por lo que las primeras lecciones consistieron en hacer garabatos en el cuaderno, círculos y ejercicios de caligrafía, que lograron que la abuela sujetara correctamente el lápiz. Luego de varias clases, Felipa aprendió las vocales, los números y empezó a escribir frases cortas. Lo demás es historia. En los 36 meses de gestión pública, un total de 3,306 personas ha aprendido a leer y escribir a través del programa Muévete por Panamá, de las cuales 2,188 son mujeres, explicó el director de Alfabetización del MIDES, Carlos A. Contreras. Contreras certificó que Felipa Ruiz es la mujer más longeva que logra alfabetizarse con el método “Yo, Sí Puedo”, lo que demuestra la efectividad del programa, que le permite al iletrado capacitarse en 65 clases. Por su parte, la psicóloga Kiria Santana, del MIDES, indicó que una persona iletrada puede llegar a desarrollar altos niveles de ansiedad e incluso verse sumergido en cuadros depresivos por sentirse aislado, y muchas veces incompetente en un mundo que no para de actualizarse. Felipa está feliz, porque ahora puede escribir y leer los mensajes que se le presentan. Puede experimentar el placer de escribir los nombres de sus hijos. Para su familia, que se compone de 12 hijos, 30 nietos, 46 bisnietos y 16 tataranietos, es un logro que los llena de mucho orgullo. “Si yo pude, que tengo 104 años, todos pueden, nunca es tarde para aprender” comentó Felipa, mientras enseña un papel donde está plasmada su firma. Para Sheila fue una experiencia inolvidable, que le permitió conocer más a su abuela. Durante las clases le relató lo que vivió de pequeña y lo mucho que añoraba tener la habilidad de escribir su nombre.

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La maestra voluntaria que le enseña a leer y escribir a los residentes de Curundú

Más de 17 personas se han alfabetizado con la ayuda de una voluntaria del Mides que dicta clases en la Junta Comunal. Sus alumnos entre 26 y 70 años al concluir el curso tienen la oportunidad de ingresar al sistema escolar y capacitarse en cursos de emprendimiento. Cuando el reloj marca las 4:00 p.m. Ana López pone pausa a sus labores como asistente administrativa en la Junta Comunal de Curundú para convertirse en maestra. Sus alumnos son jóvenes, padres de familias y abuelos entre 26 y 70 años que no tuvieron el privilegio de asistir a la escuela, pero que hoy desean aprender a leer y escribir. Ana de 44 años es una de las 100 maestras voluntarias que tiene el programa “Muévete por Panamá, Yo, Sí Puedo” del Ministerio de Desarrollo Social, que ha alfabetizado a 78,764 panameños (as) desde que inició el programa en el 2007.Tras haber participado de tres (3) promociones Ana ha tenido la dicha de alfabetizar a más de 17 personas, incluyendo una compañera de trabajo que por años mantuvo su analfabetismo en secreto. Lo interesante de este programa es que cuando los estudiantes reciben sus certificados tienen la oportunidad de ingresar al sistema escolar o recibir cursos de emprendimiento en el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH). La preparación de las clases se la toman tan en serio como el alumno que asiste a ellas. Hay un dato significativo, si el curso inicia con cinco personas, lo acaban las cinco personas, eso es porque se empeñan en hacer las cosas bien a pesar de no ser una profesora de profesión. “Lo que más me llama la atención es la perseverancia de mis alumnos. Asisten con entusiasmo. Y si ellos hacen un esfuerzo por aprender yo hago un esfuerzo por enseñarles” destaca Ana. Durante las clases que dicta después de haber cumplido con su jornada laboral ha descubierto historias conmovedoras. Entre esas anécdotas recuerda a una alumna de nombre Hilaria Sánchez de 68 años, que durante el curso fue hospitalizada. En su lugar enviaba a su hija a las clases para que le apuntara las tareas y desde el hospital desarrollaba las lecciones. También recuerda a Diana López, una ama de casa que siempre anheló escribir su nombre. No fue a la escuela porque en su infancia sus padres decidieron que era más importante que ayudara en los quehaceres del hogar. A pesar de sus limitaciones logró que sus dos hijos se graduaran de la secundaria. el día que sus hijos culminaron el bachiller Diana decidió que era hora de iniciar, de cerrar un ciclo y emprender un nuevo reto. Fue entonces cuando escuchó que en la Junta Comunal había un grupo de vecinos que se reunían tres veces a la semana para leer, contar los números, y escribir. La historia de Hilaria y Diana tuvieron un final feliz, después de siete (7) semanas y 65 clases recibieron sus diplomas que las certificaban como mujeres alfabetizadas. Ana, una relacionista pública de profesión reconoce que sus padres la motivaron para ser voluntaria del programa. Su padre nunca fue a la escuela y su madre cursó hasta quinto grado de primaria. A pesar de sus limitaciones se las arreglaron para educar a sus seis hermanos, hoy todos son profesionales. Cada vez que existan vecinos dispuestos a aprender Ana hará una pausa para atenderlos. No importa si nunca fueron a la escuela, ella hará todo lo posible para que al término del curso puedan sumar, restar y lo más importantes es que puedan escribir sus nombres y desarrollar la habilidad de la lectura y la escritura, un recurso que los hace hombres y mujeres independientes.

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