Gloria Hernández: guardiana del sombrero pintao

Desde los seis años, Gloria Lineth Hernández, oriunda de la comunidad de El Jobo, aprendió el arte de tejer sombreros pintaos, una tradición que ha marcado su vida y que hoy comparte con orgullo con las nuevas generaciones.
Su primer sombrero lo vendió por 65 centavos, sin imaginar que ese sería el inicio de una trayectoria que la convertiría en una de las portadoras del legado artesanal más representativo de Panamá.

“Aprendí viendo a mi abuela, a mi mamá y a las vecinas. Ellas fueron mis maestras”, recuerda Gloria, quien hoy transmite ese conocimiento a sus hijas, nietas y a personas dentro y fuera del país. Con emoción relata que su dedicación ha sido reconocida con la Medalla San José, además de haber tenido la oportunidad de viajar a otro continente representando a Panamá y a los artesanos que mantienen viva esta tradición.

El Sombrero Pintao, declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, requiere de paciencia y materiales naturales como la bellota, la chonta, el junco, la cabuya o pita y la caña blanca. “Todo depende de las vueltas y del estilo de cada artesano”, explica Gloria, quien señala que muchas veces el precio no refleja el esfuerzo invertido en cada pieza.

“Mis sombreros son tradicionales. Este arte que Dios nos regaló es mi entrada económica, y doy gracias por los materiales que vienen de nuestra naturaleza. No dependemos de ninguna empresa; tenemos nuestro propio trabajo”, expresa con orgullo.

Con manos expertas y una fe inquebrantable, Gloria Lineth Hernández continúa tejiendo no solo sombreros, sino también la historia de una herencia cultural que sigue inspirando a Panamá y al mundo.