Se revelan ganadores de concurso de artes visuales

Ministerio de Cultura dio a conocer este miércoles los ganadores del Concurso Nacional de Artes Visuales, Roberto Lewis en sus cuatro categorías Arte Digital, Fotografía, Escultura y Pintura en su versión número 42 distribuyó 39 mil dólares en los tres primeros lugares de cada género. Arte Digital, primer premio fue para Patricia Solange Ochy con la obra “Madre Soltera hacia Nuevo Emperador”; el segundo premio lo ganó María Gabriela Herrera con el trabajo titulado “La Aparición”; el tercer puesto lo obtuvo Jorge Tristán Sánchez con el trabajo “Mi única herencia, la educación” en tanto que la primera y única mención fue para Javier Alejandro Solís con el trabajo “Re-Génesis”. En fotografía los mejores trabajos fueron encabezados por Eric Batista, quien se alzó con el primer lugar con: “Las puertas están abiertas”; el segundo lugar lo ganó Nelson Hackin con “La última merienda del día”; el tercer lugar fue para Ileana Suyín Forero con el trabajo “Entre verde y rojo” y las menciones honoríficas fueron Abner Veltier Arauz con la foto “Águila, Misterio Wonaan” y Balbino Macías con “Tierra bañada de oro”. En Escultura sobresalieron Paola Moscatelli de Miralles con la creación “Manada” para llevarse el primer lugar; mientras que Poonam Chatlani con la obra “Lucha de poder” se apoderó del segundo lugar; y Alicia Núñez Kiki con el trabajo “Mutualismo en Leva” obtuvo el tercer puesto. Las menciones honoríficas en Escultura fueron para Jorge Camaño con “Prisionero de las promesas” y Julio León Miranda con su obra “Danzar a piel desnuda es vida”. En la categoría de Pintura el primer lugar lo ocupó Ahamed Halef Hassan Espinoza con el trabajo “La Cobertura”; el segundo fue para Enrique Jaramillo Barnes con el título “En el mismo barco” y el tercer puesto fue para Jorge Manuel Chen con la pintura “Anxiety is draining me”. En esta edición del concurso Nacional de Artes Visuales, Roberto Lewis fueron homenajeados, por su aporte a la historia de la plástica panameña, los artistas Sandra Eleta, Adriano Herrerabarría, Amalia Tapia y Manuel Adán Vásquez. El acto de premiación será el próximo 7 de septiembre en el Teatro Nacional.

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La maestra voluntaria que le enseña a leer y escribir a los residentes de Curundú

Más de 17 personas se han alfabetizado con la ayuda de una voluntaria del Mides que dicta clases en la Junta Comunal. Sus alumnos entre 26 y 70 años al concluir el curso tienen la oportunidad de ingresar al sistema escolar y capacitarse en cursos de emprendimiento. Cuando el reloj marca las 4:00 p.m. Ana López pone pausa a sus labores como asistente administrativa en la Junta Comunal de Curundú para convertirse en maestra. Sus alumnos son jóvenes, padres de familias y abuelos entre 26 y 70 años que no tuvieron el privilegio de asistir a la escuela, pero que hoy desean aprender a leer y escribir. Ana de 44 años es una de las 100 maestras voluntarias que tiene el programa “Muévete por Panamá, Yo, Sí Puedo” del Ministerio de Desarrollo Social, que ha alfabetizado a 78,764 panameños (as) desde que inició el programa en el 2007.Tras haber participado de tres (3) promociones Ana ha tenido la dicha de alfabetizar a más de 17 personas, incluyendo una compañera de trabajo que por años mantuvo su analfabetismo en secreto. Lo interesante de este programa es que cuando los estudiantes reciben sus certificados tienen la oportunidad de ingresar al sistema escolar o recibir cursos de emprendimiento en el Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH). La preparación de las clases se la toman tan en serio como el alumno que asiste a ellas. Hay un dato significativo, si el curso inicia con cinco personas, lo acaban las cinco personas, eso es porque se empeñan en hacer las cosas bien a pesar de no ser una profesora de profesión. “Lo que más me llama la atención es la perseverancia de mis alumnos. Asisten con entusiasmo. Y si ellos hacen un esfuerzo por aprender yo hago un esfuerzo por enseñarles” destaca Ana. Durante las clases que dicta después de haber cumplido con su jornada laboral ha descubierto historias conmovedoras. Entre esas anécdotas recuerda a una alumna de nombre Hilaria Sánchez de 68 años, que durante el curso fue hospitalizada. En su lugar enviaba a su hija a las clases para que le apuntara las tareas y desde el hospital desarrollaba las lecciones. También recuerda a Diana López, una ama de casa que siempre anheló escribir su nombre. No fue a la escuela porque en su infancia sus padres decidieron que era más importante que ayudara en los quehaceres del hogar. A pesar de sus limitaciones logró que sus dos hijos se graduaran de la secundaria. el día que sus hijos culminaron el bachiller Diana decidió que era hora de iniciar, de cerrar un ciclo y emprender un nuevo reto. Fue entonces cuando escuchó que en la Junta Comunal había un grupo de vecinos que se reunían tres veces a la semana para leer, contar los números, y escribir. La historia de Hilaria y Diana tuvieron un final feliz, después de siete (7) semanas y 65 clases recibieron sus diplomas que las certificaban como mujeres alfabetizadas. Ana, una relacionista pública de profesión reconoce que sus padres la motivaron para ser voluntaria del programa. Su padre nunca fue a la escuela y su madre cursó hasta quinto grado de primaria. A pesar de sus limitaciones se las arreglaron para educar a sus seis hermanos, hoy todos son profesionales. Cada vez que existan vecinos dispuestos a aprender Ana hará una pausa para atenderlos. No importa si nunca fueron a la escuela, ella hará todo lo posible para que al término del curso puedan sumar, restar y lo más importantes es que puedan escribir sus nombres y desarrollar la habilidad de la lectura y la escritura, un recurso que los hace hombres y mujeres independientes.

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¿Las hormigas citadinas son más débiles?

Para entender los efectos de la urbanización y pérdida de bosques en los insectos, Dumas Gálvez estudia la capacidad de las hormigas para defenderse de las enfermedades en la ciudad y en la naturaleza Poco antes de que iniciara la crisis sanitaria por coronavirus en Panamá, Dumas Gálvez recibió una noticia inesperada: había sido elegido como becario del Secretary’s Distinguished Research Fellowship, que extendería por un año más su tiempo de investigación en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI). Era la primera vez que un panameño recibía este reconocimiento del Secretario del Smithsonian en Washington, su Director Ejecutivo, para el que compiten becarios de todos los centros de investigación del Smithsonian. Dumas es uno de los varios científicos panameños que descubrieron su pasión por la ciencia en STRI. En su caso fue el curso de biología tropical ofrecido por el Instituto cada año en la península Gigante (parte del Monumento Natural de Barro Colorado) cuando estuvo estudiando su segundo año de licenciatura. Aunque, echando para atrás, siempre llevó esa curiosidad por dentro. A los cinco años, viviendo en La Chorrera, descubrió dos nidos de candelilla en su patio. A un nido le empezó a dar las sobras de su comida y al otro no. Pronto se dio cuenta de que las hormigas que alimentaba le caminaban por la mano sin hacerle nada, mientras que las del otro nido sí lo picaban. “Yo sentía que estaba relacionado con mi olor: lo asociaban con la comida y por eso no me atacaban” recuerda. Después de pasar por estudios de plantas, mamíferos y aves a lo largo de su carrera, cuando hizo su doctorado en Ecología y Evolución en la Universidad de Lausanne (Suiza), regresó a su fascinación de la infancia: las hormigas. Y es lo que estudia como becario postdoctoral, bajo la asesoría de la científica Sabrina Amador. El 6 de marzo, tres días antes de confirmarse el primer caso de COVID-19 en Panamá, salió al camino del Oleoducto armado con coa, piqueta, pala y avena, en busca de nidos de la especie que estudia, la Ectatomma ruidum. A las hormigas les gusta la avena. La recogen del suelo y la llevan a su colonia, revelando la ubicación del nido. Con sus herramientas, Dumas y su asistente Eleodoro Bonilla, estudiante de biología de la Universidad de Panamá, se adentraron en las distintas cámaras de un nido, recolectando las hormigas de la colonia hasta encontrar a la reina: indicación de que habían. llegado a la última cámara. Ha hecho lo mismo con nidos en la ciudad, Paraíso, el Camino de Cruces y la isla Barro Colorado. Su pregunta es simple, pero ingeniosa: quiere comparar el sistema inmunológico de las hormigas en áreas urbanas; es decir, su defensa natural contra las enfermedades, con el de las que habitan entornos boscosos. Para hacerlo, las infecta con un hongo y mide su supervivencia. ¿Para qué nos sirve todo esto? Las hormigas que viven en sitios urbanos o en potreros, así como los hongos que las enferman, experimentan condiciones más secas y calientes que las de los bosques. A su vez, con el continuo crecimiento de las áreas urbanas y la pérdida de hectáreas de bosques tropicales cada año, el planeta está cada vez más caliente y seco. El proyecto de Dumas nos permitirá entender cómo estas condiciones influyen en la interacción de las hormigas con los hongos que las enferman. Y esto podría abrir una nueva línea de investigación en Panamá, relacionada con el sistema inmunológico y las amenazas naturales de los insectos que son importantes para la agricultura y economía, como las abejas, o para la salud, como los que transmiten enfermedades. En términos generales, también aporta a nuestra comprensión de cómo los organismos más sencillos se irán adaptando al cambio climático, algo que nos tocará hacer a todos. Cuando se implementó la cuarentena por el coronavirus en Panamá, Dumas mantenía toda su infraestructura de investigación en un laboratorio en Gamboa. Ahora mantiene 70 colonias de hormigas en un baño de su casa que nadie utiliza. Y esta solución temporal le ha permitido seguir avanzando durante la pandemia.

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La abuela de 73 años que desarrolla su emprendimiento entre matas de cacao

Las manos curtidas de Cecilia Santos dan muestra que es una mujer de faena. Nunca fue a la escuela, pero desde que tiene uso de razón aplica la lección que un día su padre le enseñó: la tierra te dará todo lo que necesita. Se internó desde pequeña en las fincas de cacao donde encontró su lugar. Nació en el corregimiento de Almirante en Bocas del Toro. Doña Cecilia no concibe su vida sin estar entre sus matas de cacao y arreando las 40 gallinas que compró con mucho sacrificio del dinero que recibe de las transferencias monetarias condicionadas.Por eso cada vez que puede se guinda una jaba al hombro y con machete en mano se interna en su pequeña parcela para “darle cariño” a las más de 400 matas de cacao que sembró y donde camina como si ninguno de esos años le pesara. Esta señora cosecha el cacao de manera tradicional, utilizando los conocimientos adquiridos de sus ancestros. Luego de recolectar la fruta, Cecilia aplica un proceso que tarda 20 días para que las semillas tengan la consistencia adecuada para su venta.La libra la comercializa a 60 centavos a una procesadora local que exporta el producto a diferentes países de Latinoamérica y Europa. Esta abuela se describe así misma como inquieta, visionaria, pero sobre todo emprendedora. Asegura que su producción de subsistencia es una oportunidad para mejorar su calidad de vida y la de su familia. Mientras tenga fuerza seguirá escabulléndose entre el cacao y las aves de corral, un negocio que la ha convertido en una abuela emprendedora a sus 73 años.

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Se aprueba nuevo Plan de Manejo para el área protegida de la Cordillera de Coiba

Panamá amplió el área marina protegida de la Cordillera de Coiba de 17 mil a 68 mil kilómetros cuadrados aproximadamente, cumpliendo anticipadamente con la meta de la “Iniciativa 30×30” del Marco Mundial de la Diversidad Biológica de proteger el 30% de las áreas marinas del país para el 2030. Menos de un año después, en febrero de 2022, el biólogo marino del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) Héctor Guzmán, junto a un equipo consultor multidisciplinario, entregó el plan de manejo final para el área protegida ampliada que fue recientemente aprobada por el Ministerio de Ambiente de Panamá, según resolución número DM-No. 0089-2022 del 3 de marzo del 2022. El área protegida ampliada de la Cordillera de Coiba, ubicada a 100 km al sur del Parque Nacional Coiba, es única en que cuenta con varias cadenas montañosas submarinas llenas de mucha biodiversidad por descubrir. Es un ecosistema que resguarda catorce especies de mamíferos marinos que la usan como zona de migración y alimentación, como la ballena azul, el cachalote y el rorcual del norte, además de tortugas marinas, peces picudos, tiburones y otras especies, en su mayoría vulnerables o en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. La ampliación del área marina protegida de la Cordillera de Coiba mejora la conectividad del Corredor Marino del Paciìfico Este Tropical, fortaleciendo la conservación y el uso sostenible de las aguas protegidas entre Isla de Coco en Costa Rica, Galápagos en Ecuador, Malpelo y Gorgona en Colombia y Coiba en Panamá. “Meses de arduo trabajo con nuestro equipo consultor y más de 20 consultas ciudadanas nos permitieron diseñar y justificar la extensión y el Plan de Manejo del área protegida Cordillera de Coiba”, dijo Guzmán. “Gracias a los fondos de la Fundación Wyss y STRI y al apoyo de la Fundación MissionBlue, la Red Migramar y las autoridades locales por hacer posible esta labor”. “Fue una experiencia nueva para mí el poder coordinar con Héctor este esfuerzo de conservación tan grande para Panamá, y lo logramos” dijo Marco Díaz, coordinador general del equipo consultor. El plan prohíbe completamente la pesca en dos terceras partes del área protegida, y en el tercio restante permite únicamente la pesca sostenible, como por ejemplo la pesca conocida como caña y línea que deberá regularse apropiadamente. Eso reducirá la pesca incidental de especies migratorias, la cual pone en peligro la salud de los océanos. También propone una zonificación de usos novedosa y dinámica que debe reevaluarse cada dos años en adaptación al cambio climático y manejo pesquero, así como una gestión del plan de manejo basada en un comité de gobernanza balanceado, conformado por representantes de los distintos grupos locales e internacionales interesados. Entre otras cosas, el comité velará por la aprobación de las investigaciones científicas en la zona, establecerá las políticas de conservación y uso sostenible del área protegida y gestionará ayuda para el cumplimiento de sus objetivos y el mejoramiento de sus condiciones. “Gracias al consorcio Blue Nature Alliance pudimos conseguirle fondos adicionales a Panamá para establecer por primera vez en el país un sistema de monitoreo satelital de la flota pesquera, que permita erradicar la pesca ilegal y controlar la legal. Esta será un área genuinamente protegida” dijo guzzmán Para el director de STRI, Joshua Tewksbury, es motivo de orgullo que el Instituto haya sido parte del equipo interinstitucional multidisciplinario que desarrolló con tanta dedicación la justificación para la expansión y el plan de manejo para el área protegida ampliada de la Cordillera de Coiba y espera continuar realizando colaboraciones basadas en la ciencia que permitan al país alcanzar otros hitos en pro de la sostenibilidad.

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