“Mi vocación por el cine se dio muy natural, gracias a mi familia”: Amargit Giselle Pinzón Montenegro.

Raúl E. Rubio Guardia
Escritor y periodista
Especial para lobuenosedice.com

Una beca para estudiar cine en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), de San Antonio de los Baños, en Cuba, fue la oportunidad de oro para que Amargit Giselle Pinzón Montenegro descubriera todo lo fascinante que encierra el séptimo arte, y en especial contar historias extraordinarias que dejen un mensaje positivo a la sociedad.

Su carrera profesional la ha llevado a entrevistar a grandes directores, sonidistas, actores y actrices del cine, permitiéndole tener un espectro más amplio del mundo, conocer otras culturas, además de compartir con mucha gente sus ideas y pensamientos sobre diferentes temas.

En esta entrevista, Pinzón Montenegro nos da a conocer su punto de vista sobre el tema de llevar a cabo una producción audiovisual, los momentos memorables que ha tenido en esta industria, así como los diferentes proyectos en los que ha trabajado con grandes amigos y colegas.

1- ¿A qué edad descubriste tu vocación por el cine?

Para serte honesta, Raúl, no pudiera decirte que una edad exacta. Creo que esto se dio muy natural gracias a mi familia, y te explico por qué. Mis padres son de esa clase obrera trabajadora que nacieron en los cuarenta/cincuenta y vivieron todo ese ADN de los grandes cambios sociales, económicos, culturales, artísticos, etc., de los años venideros.

A pesar que ambos no tuvieron, digamos, una educación formal, pasando por todos los estándares sociales, ambos están muy bien educados. Yo recuerdo, que en mi casa no faltaban los domingos de desayuno hecho por mi papá (un rico emparedado, jugo o café) y después era escuchar el disco —en aquel entonces, acetato— de la Orquesta Filarmónica de la Unión Soviética (hoy Rusia), con la música del ballet de El Cascanueces, o de la obra Giselle (y he allí el porqué de mi segundo mi nombre). Mozart, Beethoven y otros grandes compositores ponían el tono especial de esos domingos en familia.

Mi padre se tomaba muy en serio esas reuniones domingueras. Tanto mi madre como mi padre se apoyaban aún más en los quehaceres domésticos. Mi padre es un buen lector. Consume muchos libros. En casa no faltaban. Incluso ya en su vejez disfruta de un buen libro.
En lo que respecta al cine, mi padre es algo exigente. No le agrada el terror absurdo, el drama regalado, ni mucho menos una película histórica que “nos diga tonterías” o absurdos. Para él una buena película debe tener una buena estructura, que lo haga pensar y, sobre todo, compartir una buena charla después de verla. Esto aún lo practicamos en casa.

En cuanto a mi madre, siempre ha sido una mujer inquieta, muy fuerte, luchadora y amante al séptimo arte. Tal es el caso que, por ejemplo, el primer nombre de mi hermana es Liza (por Liza Minnelli) y el segundo es Romina (por la primera hija de Tyrone Power). Yo crecí viendo a John Wayne, Clint Eastwood, Gregory Peck, Audie Murphy, Lana Turner, Esther Williams, Tony Curtis, Joan Crawford, Marilyn Monroe, David Niven, Anthony Quinn, Jack Lemon, James Stewart y Grace Kelly, entre muchas otras grandes estrellas del llamado cine de oro.

Una que otra película de Bela Lugosi, Boris Karloff o del gran Vincent Price a veces animaba una buena conversación, más en aquella época donde la TV pasaba estas películas.

También se veía y se hablaba de Cantinflas, Agustín Lara, Pedro Infante, María Félix, Tintan, Jorge Negrete, Tongolele, Luis Aguilar, Tony Aguilar y Marga López, entre otras grandes estrellas del cine de oro mexicano.
A mi madre le encanta el cine, lo disfruta mucho. A diferencia de mi padre, ella prefiere no ver tanto drama. Le gustan los musicales, las “películas alegres” que nos hacen reír, pero también reflexionar.

Igual que a mi padre, le desagradan las películas con finales regalados. No le gusta el terror. Ella disfruta también de los thrillers y las películas de acción.
Aún recuerdo las ocasiones en que mi madre me pasaba a recoger a la escuela por la avenida Perú, para luego caminar junto a mi tía por la avenida Central, que en ese tiempo aún conservaba la magia de contar con alrededor de cuatro cines. Las doble tandas existían, y aquí me recreaba junto a ellas con las películas de los “chinos voladores”, como mi tía las llamaba de forma jocosa.

En cada tanda, se disfrutaba de la magia del séptimo arte. Recuerdo que, para una Semana Santa, en el cine Variedades (ese que quedaba a un costado de la iglesia en Santa Ana), entramos a ver una película sobre el tema y una de las cosas que jamás olvidaré fue ver en pantalla grande la mano de Jesús cuando estaba siendo clavado en la cruz. Eso me impactó mucho. ¡Me pasé más tiempo cubriéndome el rostro que viendo la película! Esas son cosas que uno jamás olvida.

En mi casa siempre estuvieron presentes la imagen y el sonido, por así decirlo. De alguna forma, disfrutaba de esos espacios y momentos con mis padres, con mi hermana. Viéndolo desde cierta perspectiva, fueron esos momentos tan especiales los que me hicieron o, mejor dicho, inspiraron para dedicarme a la imagen en movimiento, para contar una historia, donde la gente que las vea pueda reunirse, compartir un buen momento y, con ello, un grato recuerdo. Es lo que te puedo decir.

2- ¿Siempre soñaste con ser cineasta?

No. La verdad, nunca soñé con ser cineasta. Como te comenté anteriormente, se me dio de forma muy natural. Tampoco tengo un director, digamos favorito, ni tampoco un actor, o escritor, o editor, o una persona a seguir, como quizás otras personas te respondan.
Eso de “yo quiero ser igual a x director” no va conmigo. Para mí el arte es tan inmenso como el universo, hay múltiples opciones y probabilidades, para poder desarrollarse, sea contando una historia para el cine, para una plataforma, o hacer contenido para una red social.

3- ¿Cómo fue que te interesaste para meterte de lleno en esta profesión?

Esta es una pregunta interesante. La verdad es que, después de ganarte una beca para ir a estudiar a Cuba —la Cuba de Fidel Castro—, hay mucha probabilidad de que sea el paso más firme para decir: “Me voy a dedicar a esto”. Aunque hay casos, como los de mí generación, que después de estudiar cine en la EICTV, se especializaron en otras profesiones, a las cuales hoy se dedican.

Dicho esto, creo que desde el primer momento que metí los papeles para la beca, ya había tomado una decisión. Lo más gracioso de todo, Raúl, fue que metí los papeles e hice los exámenes para estudiar en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, EICTV, Cuba, sin que mis padres lo supieran.

Ellos se enteraron de cuándo de Cuba hacen la llamada para comunicarme que me había ganado la beca. En casa fue un shock (por todo lo que implica un viaje en temas económicos), pero, gracias al empeño que puso la familia, logré irme para la isla.

Y allí, pues, se abrió mucho más ese mundo de posibilidades que tiene el contar historias. Aquí se te podría decir que son un grupo de personas a las cuales pudiera agradecer, porque me hicieron enamorarme, aún más, de la imagen en movimiento y decidir por ser “montajista/editora”. Mis padres cubanos: el maestro de maestros, Nelson Rodríguez Z., y la maestra de maestras, Julia Yip, ellos dos me mostraron la magia de la edición y quedé fascinada al entrar a ese mundo, al cual actualmente me dedico y llevo en él más de 25 años.
El maestro Orlando Senna y el maestro Fernando Pérez, uno en el tema de cómo crear una historia y el otro en el de cómo dirigirla, cómo sacar lo mejor de los actores y poder descubrir en la simplicidad de la imagen, una historia poderosa.

Al salir de Cuba, tuve la dicha de poder estudiar en otros países, como Venezuela y Japón, donde continué aprendiendo sobre el desarrollo, dirección, escritura de un proyecto cinematográfico. Me siento afortunada, porque esto me permitió tener una visión mucho más amplia del mundo, conocer parte de su cultura y compartir con gente muy interesante.

4- ¿Qué es para ti lo más difícil de hacer cine en un país como Panamá?
Creo que hacer cine en Panamá se hace difícil, porque ni la empresa privada, ni las entidades no gubernamentales, ni el Gobierno, incluso ni nosotros mismos, creemos en el séptimo arte (el cine) realizado por panameños.
Vivimos con el cáncer del amiguismo, del like, de lo ligero y de lo que puede “generar tendencia”, por tanto, a los proyectos que se apartan de esas agendas, se les dificulta dos, tres o cuatro veces dar a luz sus proyectos.

Para aquellos que producen de forma independiente (de verdad), viven pidiendo favores, tipos de canje, o se ajustan a la buena voluntad, tanto del actor como del equipo, para poder realizar un proyecto cinematográfico, que, en términos reales, puede durar, dependiendo del género, entre seis meses y un año.

Producir un proyecto llega a convertirse en un vía crucis eterno, todo por la falta de apoyo.
Acercarse a una empresa privada, medio, corporación, institución, organismo u otra organización debería ser una relación ganar-ganar, pero, lastimosamente, no lo es. Sabemos y estamos conscientes de que esto es un negocio, que debe generar réditos, tanto para el que patrocina como para el que produce, pero, si seguimos en el camino al que vamos, las producciones continuarán siendo castradas, tanto en idea como en contenido, donde siempre estaremos viendo “lo mismo”, “haciendo lo mismo”, donde “producen los mismos”.

No podemos estar pensando o viendo el “Fondo Cine” como el único medio salvador para desarrollar, generar y producir nuestras ideas. Cada año, el número de panameños que aplica es mucho mayor. Súmale los proyectos con coproducciones con capital extranjero que le quita espacios a producciones independientes, o de aquellos que ya tienen acuerdos de exhibición.

No hay “fondo que aguante eso”, ni tampoco hay “cama para tanta gente”, como se diría en buen panameño, por tanto, es urgente que las entidades privadas, no gubernamentales, gubernamentales o grandes corporaciones amplíen sus visiones de apoyos económicos, para que se pueda generar y desarrollar más proyectos cinematográficos.

Llegamos a un punto que no podemos depender solo del Fondo Cine. Se deben abrir otros caminos, y para ello deben sumarse voluntades que crean realmente en la producción y desarrollo de una cinematografía panameña auténtica.

5- ¿De qué temas te gusta hacer producciones cinematográficas?
Particularmente, me gusta mucho más realizar producciones socioambientales, donde las personas y su entorno son el eje principal de la historia.

He tenido la fortuna de que gracias a este trabajo he podido realizar proyectos en áreas como Bocas del Toro, en las comarcas ngäbe buglé y emberá wounaan, en Darién, en Panamá Oeste y en Chiriquí, donde las personas y el ambiente son el eje principal.

6- ¿Qué faceta es la que más te gusta ejercer como cineasta y por qué?
Te puedo comentar que la palabra “cineasta” no me agrada mucho.
Me veo más como una persona a la que le gusta contar historias, que disfruta cada uno de los procesos de producción y, sobre todo, compartir con las personas.
Cada vez que uno se embarca en un proyecto, es como si construyera una piragua, o como si participara en una junta de embarre. Se van construyendo de a poco las bases, las paredes, se mezclan los materiales, se busca ese árbol que es bueno para navegar, en fin, hay un grupo de personas que se reúnen para trabajar por el bien común y, al finalizar la obra, que la piragua llegue al río y flote, o se vea la casa de quincha terminada: esa es la alegría compartida del trabajo realizado.
Para mí es lo más hermoso, poder hacer esto que se llama cine es “hacer familia”.

7- ¿Crees tú que con el Ministerio de Cultura existe ahora más apoyo al cine panameño que hace unos años?
Esta pregunta puede tener una tonalidad gris, a mi parecer. La creación del DICINE, Fondo Cine, y luego del Ministerio de Cultura era una de esas tareas que debían ser cumplidas.

De eso a hablar de apoyo o no a la cinematografía panameña, son otros quinientos pesos, porque entramos en una zona cero a debatir, y que lastimosamente no se hace, sobre ¿qué es el cine panameño?, ¿qué es lo que quiere el contador de historia panameño realizar?, ¿qué espera el público panameño? o ¿qué o cuál es la agenda país del momento? No son las cuatro preguntas más cruciales en este aspecto, pero creo que son cuatro de las tantas preguntas por las cuales arrancar a debatir.

Aparte de ello, el cine por sí mismo no se desarrolla por generación espontánea. Vemos cómo en otras industrias, por ejemplo, la asiática, hay toda una maquinaria de mercadeo, no solo hacia el artista, sino a la película, miniserie, documental, y no se circunscribe al estreno, a una alfombra roja, sino que es un marketing en el tiempo.

Vemos cómo antes, durante y después de la proyección, un artista llega a ser la “cara oficial de un producto X”, los “detrás de cámara” son auspiciados y/o patrocinados, como también se hacen conversatorios con los artistas y productores en lugares públicos o, en otros casos, son invitados a los diferentes programas de entretenimiento.

Tomemos otro ejemplo de la “meca del cine”. Vemos cómo Disney va acaparando mercados, historias y artistas. Claro está, ellos son una potencia en la industria del entretenimiento, lo que les permite dirigir sus esfuerzos, sea de forma horizontal o vertical, dentro de su producto cinematográfico, y esto les ha permitido desarrollar toda una industria.

Ambos ejemplos me dicen a mí que la creación de un Ministerio de Cultura no es la llave mágica para el desarrollo de una industria que hoy es cada día más competitiva, pues esta industria llamada cine no la podemos ver desde el punto de vista localista, debemos verla a nivel global, sin dejar de contar nuestras historias, por caprichos y/o esquemas dados por las grandes plataformas o estudios.

Debemos encontrar un equilibrio y, para mí, la industria asiática, en especial la china, la coreana y la japonesa, son un buen ejemplo de cómo se están globalizando sin dejar su esencia, sin dejar de contar su historia, sin dejar de ver a su público.

El formar público es una tarea constante que presenta muchos retos, pero debería ser una iniciativa constante a realizar por el Ministerio de Cultura, tanto sea para proyectar cine panameño como para el teatro, danzas, folclore, en fin, en las ramas artísticas que tiene bajo su paraguas.

No debería quedarse solo en la ciudad capital, debería romper fronteras dentro del propio país, llegar a diferentes áreas, desde las comarcas hasta los centros y/o polos de desarrollo de cada provincia, para ir fomentando el amor hacia nuestra forma de contar historias.

Si al público panameño no se le fomenta y brinda conocimiento de lo que estamos realizando, es muy probable que continuemos en este momento de oscurantismo total y absoluto.

Parafraseo a Julio García Espinoza (el gran cineasta cubano), que dijo: “Un país sin imagen es un país que no existe”. En nuestro caso sería “Un público que no conoce lo que se realiza es un público que no irá a las salas de exhibición”.

Y mira que no digo “sala de cine”, pues ya hay múltiples formas de poder exhibir una película.

Finalmente, podría decirte que la existencia de un Ministerio de Cultura, por sí sola, no es una garantía de apoyo para un sector u otro.
Creo que lo más importante es el conjunto de voluntades que se sumen alrededor de los productos audiovisuales/cinematográficos, para que se desarrollen, produzcan y mercadeen, tanto a nivel nacional como internacionalmente, siendo el Ministerio de Cultura una de esas voluntades que se deben sumar.

Una economía circular entre Estado, sociedad civil, empresa privada y proyecto cinematográfico sería otra de esas llaves que pudiera aportar mucho a la generación de la producción audiovisual para que continúe creciendo y sea mucho más constante, sin ser tan dependientes del Fondo Cine (ley n.º 16 de 27 de abril de 2012, que establece el régimen especial de la Industria Cinematográfica y Audiovisual), que establece el Ministerio de Cultura (Ley n.º 90 de 15 de agosto de 2019).

8- ¿Cuál ha sido la producción para cine que más te ha costado en términos de rodaje?
Todo proyecto, por más sencillo o elaborado que sea, tiene su complejidad, su forma y su desarrollo, así que, frente a esta pregunta, no sabría qué comentarte. Todos los proyectos en que he tenido la dicha de participar poseen su tonalidad dulce y amarga.

9- Háblame un poco sobre tus producciones
En este sentido, no me puedo quejar. Mientras trabajaba como freelance escribí, produje, edité y dirigí cápsulas ambientales, miniseries históricas y telenovelas para televisoras nacionales.

En cuanto al trabajo formal, logré realizar diversos proyectos, como documentales socioambientales, instructivos para el desarrollo sostenible, viajé a diversos puntos del país. Cuando me invitaron a fundar una productora independiente, que hoy cumple veinte años, llamada Laberintos Films Producciones, se abrió otro mundo de oportunidades.

Solo por mencionar algunos, documenté parte de la violencia juvenil en Centroamérica y República Dominicana, en tiempos donde el fenómeno de las pandillas estaba consumiendo tres países de la región, además de viajar a otros puntos del país, como Darién y sus comarcas, a Bocas del Toro y Chiriquí.

Con la productora, logramos realizar dos proyectos de cortometrajes, un mediometraje, dos documentales y actualmente estamos en proceso de producir un cortometraje sobre la invasión a Panamá desde una perspectiva humana, e iniciar el desarrollo de nuestro primer largometraje de ficción.

Cada proyecto ha tenido, como te comenté, sus risas y llantos, pero de cada uno de ellos uno siempre guarda recuerdos hermosos.

Para producir, he tenido que caminar más de cinco horas para llegar a un poblado, embarcarme en piragua por tiempos prolongados, estar bajo un terrible aguacero o enfrentar la humedad fría del bosque. También he tenido la dicha de compartir con grandes amigos, que han viajado desde sus países para estar en uno de los proyectos, tal es el caso del cineasta Jaime Barrios, director de fotografía de Colombia, o unirnos en línea para dar clases dentro del programa de formación audiovisual virtual CREANDO, que estoy coordinando.

Los proyectos de ficción y documental, que he realizado con la productora, han viajado a festivales y participado en muestras internacionales en México, Guatemala, Cuba. Ahora, con la modernidad, están en Youtube.

Hice una linda coproducción con Bolivia, con el cineasta Miguel Valverde, su cortometraje Sapo, que participó en un festival internacional de cortometrajes en Brasil.

Con la plataforma Pavertemedia, hemos logrado realizar un sinnúmero de reportajes, shortDocumentary, entrevistas muy interesantes, como, por ejemplo, de ellos cubriendo el Festival Internacional de Cine de Panamá. Logramos entrevistar a Damián Alcázar (actor mexicano); al productor y realizador de la India, Amar Butala; Kabir Khan, Maite Alberdi (directora chilena) y María José Cuevas (directora mexicana), entre otros.

También desarrollamos un espacio de entrevistas para la web, donde hemos tenido a Boris Herrera (sonidista chileno), Alex Mariscal (dramaturgo panameño), Cecilia Buldian (directora de arte argentina), Juan Manuel Ferrer (teatrista argentino-panameño) y Jorge Castelblanco (maratonista olímpico panameño), entre otras personalidades.

Siento que en estos veinticinco años de carrera y más, cada uno de los proyectos donde he participado me han llenado de gran alegría y aprendizaje, y continúo aprendiendo.

10- Un momento memorable que te haya sucedido durante tu carrera como cineasta
Mmmm, como te comenté, Raúl, hay muchísimos.

Estoy agradecida con la vida por darme cada instante, por cada momento, por cada persona, por cada historia que me ha tocado dirigir, editar, producir o escribir, todos son memorables.

Pero creo que uno de esos momentos inesperados fue cuando estuvimos dando un taller en El Salvador, dentro del marco del Festival de Cine Estudiantil Salvadoreño, FECIVES 2023. Su director y amigo, Nicolás Baires, nos dijo que íbamos a visitar a un gran cineasta y amigo suyo salvadoreño, y así fue.

Para nuestra sorpresa, nos abrió la puerta don André Guttfreund, único centroamericano ganador de un premio de la Academia Óscar en 1977 al mejor cortometraje por su filme de ficción In the region of ice, y miembro de la Academia.

Creo que, tanto para Ariel como para mí, fue una grata sorpresa poder compartir con él su visión sobre el cine, mantener largas y amenas pláticas, ver películas, tomar un rico café salvadoreño, en más de una ocasión. Esa ha sido una de las sorpresas gratas de la vida, gracias a dedicarnos a esto que es contar historias.

11- ¿A quiénes admiras en el mundo del cine panameño?
Te puedo decir que solo admiro a dos personas, que son muy cercanas a mí: Edgar Soberón Torchía y a Ariel Augusto Higuera Bellido.

Con el cineasta y publicista Ariel A. Higuera Bellido emprendí un negocio que hoy cumple veinte años de existencia: Laberintos Films Producciones. Con él aprendí que la perseverancia, la honradez y el trabajo constante uno puede lograr lo que se propone.

Con él entendí que el éxito o el fracaso son una línea en el tiempo que se construye y reconstruye en todo momento. Generamos una idea que se convirtió en un negocio, que se ha transformado en el tiempo y que está en constante crecimiento.

Además, hemos desarrollado una plataforma, PaverteMedia, que busca ser un espacio para hacer y compartir contenido, sobre todo en esta era digital. Lo admiro porque nunca se rinde, por ser tenaz, fiel en sus ideas, por desarrollar una estructura de negocio que es capaz de adaptarse, que no es rígida, por ser un productor exigente en cada proyecto que emprendemos.

Él me demostró que, en tiempos difíciles, una sonrisa es la mejor medicina, además de enseñarme que el tiempo no existe. Al dramaturgo, actor y cineasta Edgar Soberón Torchía lo admiro por ser una persona auténtica, por ser bastante directo, terco y que, a veces, esa terquedad le ha permitido lograr grandes cosas. Él me enseñó a disfrutar de las discusiones inteligentes, de un buen café, de una rica plática, de apreciar y entender esas películas que no están en grandes carteleras, “raras”, que cuentan algo.

Compartir un tiempo con él ha sido un gran privilegio que me ha regalado la vida. Él ha sido un maestro y amigo para mí. Lo admiro, no solo por su gran trayectoria en las letras panameñas, ganador varias veces del Premio Ricardo Miró, no solo por haber participado como actor, director y escritor en un sinnúmero obras de teatro, para la cinematografía o para la televisión, tanto nacional e internacional.

A Edgar Soberón Torchía lo admiro porque es fiel a sus ideas, por retratar un Panamá fuera de serie, por ser auténtico.

12- Significado que el cine tiene para ti
El cine para mí significa alegría, es “hacer familia”.

BIOGRAFÍA
Graduada en la especialidad de Montaje Cinematográfico en la EICTV, Cuba. Fundadora y socia de la productora Laberintos Films Producciones y la plataforma de contenidos Paverte.com. Directora, productora, guionista y editora para diversos proyectos con organismos internacionales, nacionales y empresa privada.
Producción de cortometrajes y documentales independientes (para la productora), coproducción y asesoría para Bolivia, documentales y ficción.
Trabajó en el Ministerio de Ambiente, Televisora Nacional Canal 2, Emotion AD and Films, Sertv Canal 11, Fundación CIMAS, Vivo Films.

Estudios
Diplomada en Diseño e Impartición de Cursos en Base al Enfoque por Competencias, CENEX, México, 2022 (en curso).
Taller Marketing Digital, CENEX, México, 2022.
Taller (en curso) Marketing Digital, YouTube Creators, 2022.
Curso de Capacitación para Emprendedores Creativos y Culturales, 2021.
Diploma en Cine y TV, EICTV, Cuba, 1995.
Estudios en Publicidad, Universidad de Panamá, 1991.
Curso de Escritura de Guion Cinematográfico, Unión Latina-Cnac, Venezuela. 2006.
Taller Conceptos de Fotografía y Documental Social, Embajada de España y Enredarte, 2005.
Taller de escritura de guion para televisión, TVN Canal 2, 2003.
Taller de producción audiovisual en el Centro Internacional Okinawa, Japón. 1997.