HISTORIAS

Te contamos las historias más motivadoras que puedas conocer, son ejemplos de vida que nos recuerdan que no podemos perder la fe en la humanidad.

«Soy un cineasta de lo social, es decir, de las contradicciones cotidianas que se presentan en nuestra sociedad»: Luis Romero (Entrevista)

Por: Raúl Rubio GuardiaPeriodista y escritorEspecial para www.lobuenosedice.com A los 8 años, Luis Romero nunca imaginó que recibiría un regalo de su progenitora, Mireya Hernández, dramaturga y escritora panameña, el cual le cambiaría la vida y lo introduciría en el mágico mundo del séptimo arte: un proyector para ver películas. Y es que precisamente es a partir de ese momento, con dicho regalo, que Romero empieza a descubrir todo lo relacionado con el tema de las imágenes en movimiento, lo que le permitiría más adelante en su edad adulta contar historias maravillosas de temas sociales. Formado en Comunicación Social en la República Federativa de Brasil, con un postgrado en Dirección de Cine y Televisión de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Munich, Alemania, Romero hace énfasis en el significado del cine para él como especialista en este arte, del papel de los cineastas en Latinoamérica, así como de todo lo que involucra la producción de una pieza cinematográfica, llámese documental, película, entre otros. 1-¿En qué momento se dio cuenta que le gustaba el cine? Creo que la culpa es de mi mamá, Mireya Hernández, quien fue una escritora y dramaturga panameña. Me regaló un proyector para ver películas a los 8 años. Desde entonces mi pasión por las imágenes en movimiento y las historias que uno puede contar con ellas, no ha parado. 2-¿A qué edad tuvo su primera experiencia como cineasta? Es una pregunta importante, porque el tema de la formación como cineasta creo que a veces lo pasamos por alto. Hoy en día se puede hacer mucho más democráticamente que antes, dado que la tecnología permite con mínimos costos trabajar un audiovisual, pero no podemos olvidarnos del tema del aprendizaje del lenguaje, de cómo contar a través de secuencias, de cómo hay una dramaturgia que tiene que hilar la historia. Eso básicamente se aprende estudiando la carrera de cinematografía, o realizando cursos de cinematografía, o con mucho, mucho interés en lecturas sobre cinematografía y guiones, al alcance de todos a través del internet. Quiero decir con esto, que la experiencia como cineasta proviene posterior a mis estudios universitarios. Previo a eso, creo que uno hacer ejercicios audiovisuales desde adolescente, pero, yo creo firmemente en la formación de lenguaje cinematográfico, antes de contar una historia, en la importancia del guion, la estructura, la dramaturgia y muchos elementos que tienen que estar presentes. 3-¿Qué lo motivó a dedicarse al séptimo arte? Creo que es una combinación de muchas cosas, y cosas principalmente ligadas a la cultura. En la medida en que nosotros nos impresionemos con el mundo que vivimos, principalmente con el mundo de la cultura, en esa misma medida nosotros estaremos alimentando nuestro espíritu creativo, para expresar posteriormente lo que viene dentro de nosotros a través de un audiovisual. En la medida en que nos guste la literatura, aprenderemos mucho de la narrativa, en la medida en que nos guste la pintura y las artes plásticas, aprenderemos mucho de la composición audiovisual, en la medida que nos guste la buena música, las composiciones complejas de la música, aprenderemos a darle sentido dramatúrgico a las melodías que usamos a la hora de musicalizar una historia audiovisual, en la medida que nos guste el teatro, aprenderemos el manejo del espacio escénico y cómo dirigir a los actores, en la medida que nos guste la danza, aprenderemos el manejo del cuerpo el manejo de los movimientos. El séptimo arte es la conjugación de todas estas artes, en una sola expresión de imagen en movimiento. Eso me motiva la cultura, nuestra cultura el placer de cultivarse cada día. 4-¿Cuál es la faceta que más le gusta ejercer como cineasta? Esta es una buena pregunta para cualquier realizador latinoamericano. En América latina uno tiene que ponerse varios sombreros a la vez. No es tan fácil dedicarse a la dirección únicamente cuando a veces en una producción sin presupuesto tenemos nosotros mismos que producir, o tenemos nosotros mismos que usar la cámara, o editar. Es decir, el cineasta latinoamericano es una especie de juglar del audiovisual. Por un lado, no es lo ideal, pero por el otro nos enseña las diferentes facetas que hacen parte de nuestro trabajo y enriquece el momento en que tienes que dirigir y organizar el trabajo. 5-¿Qué temas le apasiona tratar a la hora de escribir un guión para cine? Yo soy un cineasta de lo social, es decir, de las contradicciones cotidianas que se presentan en nuestra sociedad, de las disparidades, de las injusticias y también como ya mencioné, soy un cineasta de lo cultural, de la historia de nuestro país. Eso se verá reflejado siempre en mi trabajo, sea un documental o sea para el guion de la película de ficción que estoy trabajando. Yo creo que el cine, y principalmente el cine latinoamericano, debe generar una identidad social. Es una herramienta para la construcción de una sociedad más justa, una sociedad que sepa verse mejor reflejada en las imágenes del cine que producimos. 6-¿Qué representa para usted el cine en un país como Panamá? No solo para Panamá, sino para el mundo, el cine es parte de nuestras vidas. Es compartir sueños. Es un espejo que denota lo que somos y cómo somos. De ahí la importancia de hacer un cine que nos represente. Más allá de un cine que presente estructuras prefabricadas, debemos encontrar el camino de hacer nuestro cine panameño.7-El mejor y el peor momento que recuerde como cineasta Los mejores momentos de mi trabajo siempre los vivo en cada nuevo trabajo. El documental te enseña a escuchar aquello que te está contando “el otro”, que en el caso es el entrevistado. Eso te hace crecer, te hace descubrir otros ángulos de aquella historia, que por la investigación previa tú creías de antemano conocer. Eso para mí es lo más valioso de mi trabajo. Peores momentos, son solo los momentos en los que hay que resolver alguna una situación del rodaje, pero ninguno va a estar por encima del valor del producto

«Soy un cineasta de lo social, es decir, de las contradicciones cotidianas que se presentan en nuestra sociedad»: Luis Romero (Entrevista) Leer más »

Agripina Domínguez, la abuela santeña que confecciona polleras

Agripina Domínguez lleva más de 60 años dando cátedra de cómo se confecciona el traje típico más bello del mundo: la pollera.Cursó hasta sexto grado, pero en temas de costura es toda una institución. Sus vestidos se han lucido en grandes escenarios, como el del Festival Nacional de la Pollera, concursos y otras fiestas regionales de nuestro país.Trabaja con herramientas básicas: aguja, carretes de hilos, telas y un secreto que solo se revela cuando sus manos se combinan. Agripina nació el 3 de junio de 1943, hace 80 años, pero sigue lúcida como en sus años mozos. Lo demuestra cada vez que ensarta el hilo en el ojal de la aguja, lo hace al primer intento y con una precisión de cirujano. La costura la lleva en los genes. Esta modista santeña es madre de siete (7) hijos, con 14 nietos y ocho (8) bisnietos.Actualmente, es beneficiaria del programa B/. 120 a los 65 del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y una orgullosa artesana que hace patria con su arte. Es una de las pocas mujeres en su pueblo que diseña la pollera de gala, la montuna santeña y la pollera blanca de lujo, entre otras.Cada uno de estos vestidos demanda una técnica depurada, que solo se consigue con la experiencia que consagran los años. Confeccionar una pollera es un trabajo complejo que exige mucha dedicación, paciencia y tiempo, por el hecho de que la mayor parte de su elaboración se realiza a mano.Para esta modista, la costura es un trabajo de jornada completa. Su día es parecido al de cualquier trabajador. Se levanta a las 5:00 a.m., toma una taza de café y a los primeros rayos del sol inicia su jornada extendida. A esta artesana no la gobierna la manecilla del reloj. Está consciente que su trabajo puede tardar meses, inclusive años, porque para ella lo más importante es que, quien se ponga el traje típico nacional, se vea radiante y hermosa.Su trabajo puede apreciarse cuando la afortunada mujer luce la prenda. Al momento que toma los bordes de la falda y la extiende para bailar, se puede admirar la joya que Agripina confeccionó con tanto amor. Agripina explica que la labor de la pollera se hace en un solo color o en varios colores, siempre sobre tela blanca, en coordinación con los encajes de mundillo, los cuales son hechos a mano y ha pedido para la pollera específica. La pollera se complementa con un enjaretado que se hace en el cuello de la camisa del vestido, con lanas que terminan en un pompón delante, en el pecho de la mujer y otro en la espalda, en un color totalmente contrastante. Una pollera lleva grabadas figuras como: flores, rosa, bejucos, dibujos abstractos y ramos bien definidos. Agripina asegura que estos detalles complejos, hacen de la pollera el vestido típico más hermoso del mundo. Para ella, no hay traje que irradie tanta belleza como la pollera. El amor por la polleraDoña Agripina pertenece a una exclusiva generación de mujeres que aprendieron a tejer empíricamente, sin asistir a un curso, sin la ayuda de instructores, sin clases tutoriales. Simplemente, prestaron atención y aplicaron la vieja técnica del ensayo y error.Hay mucha historia corriendo entre las manos de Agripina. Se cree que la pollera deriva del vestido español del siglo XVI o XVII. Fue heredado, pero de una forma más simple y sencilla, por los substratos medios y bajos de la sociedad para sus faenas diarias o para ir a las celebraciones de las regiones donde vivían.A pesar de su avanzada edad, Agripina afirma que seguirá elaborando polleras, porque disfruta de este trabajo. En beneficio de las personas mayores La historia de Agripina es parecida a la de las 122,312 personas adultas mayores, que trabajaron toda su vida en la informalidad y que nunca pudieron acceder a un programa de jubilación o pensión.Solo en la provincia de Los Santos existen 7,914 personas adultas mayores bajo la protección del programa B/. 120 a los 65, que les permite a sus beneficiarios acceder a la compra de alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad.

Agripina Domínguez, la abuela santeña que confecciona polleras Leer más »

“La música es quizás una de las cosas más importantes que puedes aprender en la vida”: Gonzalo Horna Herrera

Raúl Rubio GuardiaPeriodista y escritorEspecial para www.lobuenosedice.com Gonzalo Horna Herrera está convencido de que se puede vivir de la música en Panamá, siempre y cuando se conozca tu mercado, ya que “la industria musical comprende muchas profesiones y existen muchísimas oportunidades”. Este cantautor panameño tuvo su primera experiencia musical a los 14 años en una banda de rock de la que fue su guitarrista rítmico, y que le permitió ir ampliando sus horizontes para posteriormente continuar en el ámbito artístico. Después de esa experiencia, las puertas se fueron abriendo poco a poco para Horna Herrera, quien en la actualidad sigue componiendo canciones y desarrollando todo su talento para brindar al público lo mejor de su repertorio en cada presentación, además de llevar el mensaje de la música a cada rincón del país y al exterior. Tuvimos la oportunidad de conversar con este talento 100% panameño unos minutos dentro de su ajetreada agenda y nos dio a conocer acerca de su carrera como músico, de las sensaciones que experimenta un artista una vez está en el escenario, además de las razones que lo llevan a componer sus temas y en quién se inspira para ello. 1- ¿Cuándo fue la primera vez que te ves que te vinculaste con la música?Cuando tenía como 14 años, a través de una amiga conocí y me uní por primera vez a una banda de rock. Me hicieron una audición y me convertí en el guitarrista rítmico de la banda Kriterio Formado. 2- ¿A qué edad recuerdas haber tocado tu primer instrumento?Mi papá toca guitarra y siempre hubo una en algún lugar de la casa. Como a los 10 años la agarré un día y mi papá pasó y me enseñó mis primeros acordes. Esa navidad él me regaló una guitarra. Recuerdo que desde que me senté con mi propia guitarra por primera vez, supe que iba a seguir tocando toda la vida. 3- ¿Qué despertó en ti la curiosidad por la música?Mi familia siempre fue muy musical. El tipo de personas que iban cantando en el carro camino a la playa o yendo al interior para carnavales. Mi abuela y su hermano tocaban piano, leían partituras. Mi papá era guitarrista de oído, el que le ponían la guitarra en las fiestas para cantar los éxitos de radio del momento. La música siempre estuvo ahí. 4- ¿Qué significa ser músico para ti?Para mí ha significado abrazar mi humanidad, entender las motivaciones, las emociones, poder transmitirlas a través de acordes y melodías… y a veces apreciar el silencio. 5- ¿Se puede vivir de la música en un país como Panamá?Seguro que se puede. La industria musical comprende muchas profesiones y existen muchísimas oportunidades para vivir de la música en Panamá. Como artista, quizás es preciso conocer tu mercado. Por ejemplo, dudo que algún compositor pudiese lograr mucho en Panamá cantando canciones sobre el invierno y la nieve. Aquí pega lo tropical, lo bailable, música de fiesta. 6- ¿Quiénes son tu inspiración a la hora de componer los temas?Creo que depende de cómo abordo la canción. A veces hay una temática que quiero abordar: a veces estoy jugando con la guitarra y los acordes evocan palabras o fonemas que me dictan una letra. A veces juego con palabras y se me ocurre un buen título y empiezo a desarrollar la canción desde ahí. 7- ¿Basado en qué temáticas escribes tus canciones?Cuando escucho canciones de otros artistas, siempre me han gustado las canciones que puedo cantar como si me hubiesen pasado a mí. Asi que he tratado de usar temas con los que otras personas puedan identificarse y cantarlas con ese feeling también. Siempre he tratado de componer desde mi experiencia, para que sea real, no un cuento. Puede que una canción sea una amalgama de experiencias; pedacitos de vivencias distintas, pero contadas como una historia en sí. 8- Lo más difícil de ser músico en PanamáPara ciertos géneros musicales Panamá es un país muy pequeño. En países como México, una sola ciudad puede tener el doble de la población de nuestro país, y tienen cuatro, cinco, seis ciudades así. Tener mercados así de grandes le brinda a sus artistas oportunidades que no tenemos en un país tan pequeño como Panamá. El internet ayuda muchísimo a dar a conocer el material fonográfico de nuestros artistas, pero carecemos de la experiencia que brinda una constante actividad de giras y conciertos. 9- El mejor y el peor momento que has vivido en tu carrera artísticaEl peor momento fue tener que cancelar una presentación bastante importante en el lanzamiento de una revista, porque me había salido un nódulo en las cuerdas vocales y no podía cantar. Tuve que pasar 6 meses sin hablar (3 meses antes y 3 meses después de la cirugía), para removerlo. Mejores momentos hay muchos, pero quizás uno recurrente pasa como 1 o 2 minutos después de empezar un show en vivo. Antes de empezar siempre hay nervios; si no estas nervioso, no estas prestando atención. Empieza la primera canción y todavía están esas mariposas en el estómago. Y el momento mágico ocurre un minuto después, cuando desaparecen los nervios y solo estas ahí, haciendo que la música suceda. 10- ¿Qué género musical tomas más en cuenta a la hora de componer?Lo mío siempre ha sido el pop rock. Siempre habrá experimentación, pero siempre termino en el pop rock. 11- Háblanos un poco de tus producciones musicales y el movimiento Tocando MaderaTocando Madera empezó como una gira itinerante de cantautores, junto a Yigo Sugasti y Harith Villalobos. Hicimos quizás 30 o 40 presentaciones el primer año, incluyendo abrir el concierto en ATLAPA a Eros Ramazotti, y en una discoteca a Plastilina Mosh. Tocamos hasta en la Cárcel de Mujeres…jaja. El proyecto creció y llegó a incluir más de 50 cantautores panameños. Hoy en día es una fundación establecida para el desarrollo de la canción y cantautores panameños. La verdad es un honor poder decir, no solo que formo parte, sino que estuve ahí el día uno, cuando

“La música es quizás una de las cosas más importantes que puedes aprender en la vida”: Gonzalo Horna Herrera Leer más »

Candelero Villarreal, el maestro del cuero que confecciona uno de los calzados más tradicionales de Panamá

Aunque vive en una modesta casa provista estrictamente de lo necesario, Candelero Villarreal, de 68 años de edad, asegura que es un hombre rico. Y es que él considera que tiene todo lo que necesita para vivir: aire en sus pulmones, un viejo radio donde escucha cumbia, un acordeón que le recuerda sus años mozos, una esposa que lo ama y un taller donde confecciona uno de los calzados más antiguos del país, la cutarra. Es un artesano de la vieja escuela del programa B/. 120 a los 65 del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), que realiza todos sus trabajos a mano en su casa, ubicada en La Tiza de Las Tablas, provincia de Los Santos. En el portal de su residencia tiene esparcidos retazos de cuero, cuchillos, un formón de madera, tijeras, alfileres y una lata de barniz. Con estos sencillos implementos, más la destreza y la habilidad de sus manos, diseña los calzados que han utilizado los panameños desde que se formó la República, hace más de un siglo. La maestría de su habilidad se revela en el trabajo detallado que ejecuta. Las sandalias pueden tener un aspecto rústico, pero son cómodas y prácticas. Diseña cutarras para niños, jóvenes y adultos, y lo más importante es que en su taller, los clientes siempre encontrarán sus tallas. Un cálido olor a cuero siempre recibe a la clientela que ha conquistado por el buen servicio que brinda. En su comunidad todos lo conocen, por eso es que cuando alguien quiere lucir unas finas cutarras, van hasta Calle Belén, atraviesan un callejón de tierra y luego entran a la residencia de Candelero. A menos que tenga un compromiso impostergable, Candelero siempre está en casa, trabajando sobre una mesa de madera, haciendo lo que más le gusta. Las cutarras las vende a precios módicos, que van de 12 a 15 balboas, y no es un trabajo que desarrolla por dinero, más bien lo hace porque cree, firmemente, que es el mejor calzado del mundo. Cuando llega un cliente, Candelero saca un lápiz y dibuja el contorno del pie en un papel, luego lo recorta y lo pega a un pedazo de cuero. Con una cuchilla hace la plantilla, luego le abre unos pequeños agujeros en puntos específicos y ensarta unas tiras que teje simétricamente. La plantilla se refuerza con caucho para que la pisada sea cómoda. En caso de que las sandalias sean para mujeres, utiliza una pieza de metal para grabar flores, mariposas y hojas en el cuero. Las cutarras, más que unas simples sandalias Las cutarras en Panamá tienen un sitio especial. En el corregimiento de Las Palmitas, distrito de Las Tablas, se realiza el Festival de la Cutarra, con el interés de promover la cultura que representa esta pieza, que se ha convertido en un ícono de la identidad santeña. Las cutarras aparecieron por primera vez en Panamá con la llegada de los españoles, quienes introdujeron la ganadería en las tierras de la península de Azuero. Los agricultores de aquel entonces, —probablemente todos indígenas— aprovecharon la nueva abundancia de cuero para fabricar un calzado cómodo y duradero que soportara la dificultad del trabajo campestre. Candelero añade que las cutarras cuentan una historia y representan al hombre de campo, de faena, aquel que se ganaba la vida en la huerta, arreando ganado, sembrando maíz, arroz y otros cultivos más. Tradición de familia En el caso de Candelero, el amor por el cuero viene de familia. Fue su padre quien le enseñó el arte de la talabartería. Es una tradición que ha pasado de generación en generación. El propio Candelero afirma que las cutarras lo han acompañado en todas las etapas de su vida. Fue lo primero que calzó de pequeño y lo único que cubrió sus pies cuando fue a la escuela. Para ese tiempo era común ir en sandalia al colegio. En su adolescencia y juventud la siguió utilizando y, en sus años mozos, también. Recuerda que la primera vez que diseñó unas cutarras tenía 8 años de edad. En ese tiempo se vendían a B/. 2.50 el par y, desde entonces, ha estado cociendo esta hermosa pieza que hoy forma parte del traje típico de Panamá. Este humilde artesano santeño no tiene redes sociales, ni tampoco quiere tenerlas. El mundo de la Internet no es algo que le preocupa, por eso tiene un celular que, únicamente, acepta llamadas. De las noticias se entera por la radio que tiene colgada en la pared. A lo largo de su vida realizó diferentes trabajos, todos informarles. Fue jornalero, ayudante en general y acordeonista, pero en ninguno tuvo la oportunidad de pagar un seguro social que le permitiera obtener una jubilación. Para la ministra del MIDES, María Inés Castillo, Candelero Villarreal es un ciudadano que hace patria y que requiere de la protección del Estado. “Los beneficiarios de este programa son personas adultas mayores que, en su edad económicamente activa, no lograron cotizar para su jubilación y que se encuentran en situación de pobreza o pobreza extrema” acotó la ministra Castillo.

Candelero Villarreal, el maestro del cuero que confecciona uno de los calzados más tradicionales de Panamá Leer más »

Nely María Vargas, la artesana que convierte el junco en hermosos sombreros

Si todo empieza con un recuerdo de la infancia, el primero que tiene Nely María Vargas es el de un sombrero de junco. La mejor escena del día en su infancia era cuando su madre se balanceaba en una mecedora a tejer. Ella se acurrucaba a sus pies para observar con detalle todo el proceso. Le fascinaba cómo su madre convertía la paja de una planta silvestre (junco) en finas trenzas. Luego, con la ayuda de una horma (molde de madera), les daba forma a esas trenzas hasta elaborar un hermoso sombrero de color amarillo. Aquella habilidad que tenía su madre le hechizaba. Así que inició practicando con las fibras que su tutora dejaba caer al suelo. Desde pequeña demostró que tenía ese don, la habilidad y la destreza en las manos para confeccionar sombreros. A los 5 años de edad, cuando debía de estar jugando con muñecas o a la pelota, ya había tejido su primer sombrero, el cual vendió por la suma de 5 balboas. Doña Nely, de 62 años y beneficiaria del programa Ángel Guardián del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), tiene su taller en un rinconcito de su casa, ubicado en el corregimiento de La Tiza, un pueblo de artesanos de la provincia de Los Santos, donde sus residentes, en su mayoría personas mayores, viven una vida modesta en sus casas hechas de quinchas. Hace nueve años, un tumor en la columna le redujo la movilidad a Nely en sus piernas. Para movilizarse debe utilizar una silla de ruedas. Fue desahuciada, pero sobrevivió al cáncer tras superar varias sesiones de quimioterapia. También superó un aneurisma, una isquemia y una trombosis. A pesar de su discapacidad, se niega a quedarse quieta en su silla de ruedas. Nely es tenaz, perseverante, decidida y una apasionada por la cultura. Ella no teje simples fibras de junco… teje cultura, herencia y tradición. Su hija, quien lleva con orgullo su mismo nombre, describe a su madre como una mujer aguerrida y luchadora, que ama cada minuto de la vida y que tiene una conexión especial con los sombreros. La orgullosa artesana santeña reconoció que confeccionar sombreros es su vida. Al paso aclaró que no lo hace por dinero, sino por puro amor. Aseguró que laborar una pieza es laborioso y consume mucho tiempo de trabajo. Puede tomar hasta siete meses, dependiendo de cuántas vueltas tenga el sombrero. “De que vale tejer rápido, si luego queda feo el sombrero, es mucho mejor tejerlo despacio, sin apuros. En este trabajo la paciencia lo es todo” Comentó la artesana La historia que guarda el sombrero de junco: El folclorista Olmedo Guillén explicó que el sombrero de junco era utilizado en las faenas de campo. “Era un sombrero de trabajo, que ayudaba a repeler el sol y el calor en los días donde los hombres se ganaban la vida en el ‘monte’, donde pasaban largas horas” destacó Guillén. Para el folclorista, esta hermosa artesanía es un símbolo de la cultura panameña y constituye uno de los accesorios folklóricos más antiguos en la historia de la República. Los beneficiarios del programa Ángel Guardián son personas que, por su discapacidad, no ingresaron al mercado laboral y requieren del apoyo del Estado para tener una vida con oportunidades, igual que todos. La ministra del MIDES, María Inés Castillo, indicó que la historia de Nely representa el rostro del programa Ángel Guardián, que está conformado por panameños luchadores y perseverantes, que cada día, a pesar de sus discapacidades, aportan al crecimiento, social, económico y cultural de este país.

Nely María Vargas, la artesana que convierte el junco en hermosos sombreros Leer más »